Una oscura y enorme tormenta que los astrónomos llevaban años observando en Neptuno acaba de hacer algo desconcertante: contra todo pronóstico, ha cambiado bruscamente de dirección, maniobra gracias a la que, además, ha conseguido evitar una muerte segura.
El sistema tormentoso fue observado por primera vez por el Telescopio Espacial Hubble en 2018. Un año después, el vórtice empezó a derivar hacia el sur, dirigiéndose hacia el ecuador del planeta gigante, el mismo comportamiento observado en tormentas anteriores.
La gigantesca tormenta es más ancha que el océano Atlántico. La masa de 7.500 kilómetros de diámetro es considerada la cuarta mancha oscura registrada desde 1993 por el telescopio espacial Hubble. El desplazamiento produjo un desprendimiento de otros 6 mil kilómetros de largo, que los expertos denominan “Junior”.

“En enero pasado, el vórtice oscuro detuvo su movimiento y comenzó a moverse nuevamente hacia el norte. Tal vez el hecho de deshacerse de ese fragmento fue suficiente para evitar que avanzara hacia el ecuador”, explicó Michael Wong, miembro del Departamento de Astronomía de la sede Berkeley de la Universidad de California.
A medida que una tormenta avanza hacia la mitad de la Tierra comienza a desintegrarse por la gradual pérdida del efecto analizado por el científico francés Gaspard Gustave Corioles, quien en 1836 logró demostrar la aceleración que alcanza un cuerpo en medio de un sistema de referencia en rotación. Pero, en este caso, se produjo un cambio imprevisto.
Comments